Víctimas de una sobredosis de cambio

22 de enero de 2011
Víctimas de una sobredosis de cambio
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Declara Don Tapscott a La Vanguardia que “esto no es sólo una crisis económica, estamos ante un momento de cambio histórico: la era industrial y todas sus instituciones se han quedado sin energía.” El canadiense, experto en estrategia de negocios a través de Internet, afirma que “todo está basado en modelos de la era industrial, y están fallando”.

Al leer a Tapscott, cuyo discurso se centra lógicamente en apalancar su negocio como asesor institucional y empresarial a partir de “Internet”, coincido con él en que estamos transcurriendo hacia la era digital donde el modelo se fundamenta en los siguientes cinco principios que, con su permiso, repito, interpreto en ejemplos, amplío en conceptos y adapto más allá de Internet como centro del universo.

Colaboración
En sustitución de la jerarquía y el mando y ordeno. Somos más libres y, lo que es más importante, nos creemos y sentimos más libres. Los líderes no son los que dicen serlo, porque los parámetros para reconocerlos y valorarlos son otros. Los de siempre suelen mandar construir en su nombre. Los nuevos construyen por iniciativa propia y ayudando a los demás a que construyan. Hoy ya construimos entre todos, no necesitamos líderes de boquilla sino colaboradores con iniciativa, talento y capacidad de acción que se unan y formen equipos preparados y competentes para desarrollar proyectos increíbles.

Apertura y transparencia
El mayor acceso a la información y a su generación establece una mayor presión para obrar de forma abierta y transparente, porque las cosas son más difíciles de ocultar. Esto es algo que va en contra de las maneras de hacer de muchos, en especial de la mayoría de los gobiernos del mundo, pero que los obliga a evolucionar a mejor. La honestidad es y será fundamental en todos los aspectos de la vida. Quien no es honesto vale lo mismo que cualquiera de los políticos al uso o gurús y cracks que aparentemente movidos por unas causas sólo hacen que ocultar los verdaderos intereses de sus pensamientos, palabras y hechos.

Interdependencia
La interdependencia en los negocios, en las políticas, en las decisiones, en la forma de hacer las cosas: lo que ocurre o deja de ocurrir no sólo afecta a uno sino a todos y a todo. Dependemos más de lo que pensamos. Para hacer las cosas de otra manera hay que abocarse a la interdependencia como camino para mejorar, superar limitaciones y romper paradigmas que solos no podríamos.

Compartir inteligencia
Compartir la propiedad intelectual para generar riqueza es aprovecharla al máximo para obtener también el máximo. Limitar la propiedad intelectual es limitar su desarrollo hacia nuevas fronteras o incluso situarse en el infinito. El pensamiento base de que ganar es sólo una cuestión de dinero es errónea. Como la banca ética, podemos ganar menos dinero y más en humanidad y progreso consciente. Dejar de ganar dinero no justifica dejar de enriquecernos social y globalmente.

Integridad
Todo lo que ha sido construido bajo este principio –que en nuestra sociedad es muy poco-, es creíble y viable en el tiempo, funciona y construye, al revés de cómo la hace la falta de integridad: “la falta de integridad de los banqueros casi destrozó el modelo capitalista en su totalidad”. Los líderes y grandes organizaciones emanan tan poca integridad que es lógico una reacción social que les dé la espalda, camine hacia otra parte y tarde o temprano les exija responder de sus decisiones y acciones. Ellos habla de desafección, por ejemplo, pero lo llamen como lo llamen es simplemente hastío, un hartazo monumental que está destruyendo lo que parecía indestructible (la actualidad hace que ponga como ejemplo lo que está ocurriendo en Túnez).

Según Tapsott, el modelo capitalista está basado en la ley del más fuerte y el más listo. Añado que también en la del más rápido, ambicioso y egoista. Por suerte (sí, la suerte que suele acompañar a la desgracia), este es el capitalismo de la era industrial, un capitalismo que nunca más volverá a ser el mismo porque nosotros nunca más volveremos a ser los mismos: la inmersión lo es en un cambio de modelo y era y no en una crisis económica. Ésta es consecuencia, no causa.
En opinión de Tapscott, los ejes del cambio son Internet y lo que supone como comunicación global; las nuevas generaciones, que son nativos digitales; la revolución social, a través de las redes sociales, y los emprendedores.
Visto en su conjunto, los ejes del cambio están en una “dimensión desconocida” para gobernantes, mandatarios, dirigentes y un elevadísimo porcentaje de directivos de empresa cuyos entornos y hábitos piramidales, del mano y ordeno al que me refería anteriormente, están años luz alejados de los focos de talento, innovación y creatividad, que ya están instalados física, emocional y virtualmente muy lejos de estos modelos de proceso de pensamiento-decisión-acción. Muchas empresas se han dado cuenta de ello (también muchos gobernantes, pero a estos aún les cuesta más romper con el establishment que a los empresarios que tienen que trabajarse el presente y el futuro compitiendo de verdad, no traficando con dineros e influencias). Las empresas cambian. O eso o mueren y morirán por querer seguir siendo lo que eran y, sobre todo, cómo eran.
Las empresas y los gobiernos no son víctimas de una sobredosis de crisis, son víctimas de una sobre dosis de cambio motivada por su escasa capacidad de analizar el contexto, esforzarse en entenderlo y adaptarse a él para instalarse en lo nuevo, que en este caso además seguramente es mejor. La diferencia es que los será para todos y no sólo para ellos.